Con frecuencia escuchamos sobre lo perjudicial que resulta el compararnos con otras personas. El mensaje suele ser muy claro: Deja de compararte con otros. Sin embargo, parece que no podemos evitarlo. ¿Hay algo mal en mí? ¿Por qué no puedo evitar compararme con otros?

Lo cierto es que los seres humanos somos seres sociales. La comparación con otros entendida como la acción de juzgar las similitudes o las diferencias entre una persona y otra, o entre uno mismo y un otro, es simplemente natural (A).

Claro que la comparación es un arma de doble filo. Puede ayudarnos a mejorar, a reconocer qué es lo que quiero o necesito, e incluso nos conduce a la admiración; Sin embargo, también puede dañar nuestra autoestima, dinamitar la autoconfianza, destruir relaciones. Entonces, ¿Cómo podemos reconocer el tipo de comparación que nos resulta perjudicial de la que no?

Tomando como base mis observaciones e investigación sobre la comparación social, os propongo distinguir entre 3 tipo de comparaciones que podemos llamar “negativas” o perjudiciales.

Veamos:

(1) COMPARACIÓN HACIA ARRIBA. Un tipo de comparación negativa es aquella en la que siempre nos comparamos con otros a quienes juzgamos más exitosos sin preguntarnos qué es lo que les ha permitido llegar allí. Sus condiciones sociales u oportunidades posiblemente sean muy diferentes por lo que la comparación es simplemente injusta ya que no partimos de la misma base.

(2) YO, COMO REFERENCIA. Otro tipo de comparación es aquella en la que nos tomamos como punto de referencia. Así, por ejemplo, le decimos a nuestra pareja “tu haces menos esfuerzo por esta relación”. ¿Menos esfuerzo que quién? Pues, que yo. Y es injusto por que cada uno hace lo que cree que es suficiente o lo que puede hacer en cierto momento bajo ciertas circunstancias.

(3) COMPARACIÓN HACIA ABAJO. El tercer tipo de comparación negativa es aquella en la que nos comparamos con otros a quienes juzgamos inferiores en cierto modo. Por ejemplo, en términos de habilidades. Este tipo de comparación nos coloca en un lugar superior -aunque infundado- provocando una falsa seguridad o incluso actitudes altaneras o arrogantes.

La propuesta de este escrito es desarrollar mayor consciencia sobre nuestros propios actos comparativos. Observar si solemos tener como hábito (o patrón) este tipo de comparaciones negativas. Asimismo, entender que la comparación con otros por sí misma no es algo negativo ni que podamos evitar. Se trata de aceptar la comparación como parte de nuestro ser social. Sin embargo, asegurarnos de que tal comparación nos resulte justa, compasiva y altruista.

EZEQUIEL PONCE
Fundador y CEO de CANVAS FOR YOU®


REFERENCIAS:
(A) Teoría de la comparación social:
https://www.psychologytoday.com/us/basics/social-comparison-theory

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